Hace varios años, cuando querías viajar con tu mascota, lo más normal es que la llevaras atada en los asientos de atrás y que alguien la acompañara para que no causara destrozos ni tampoco dijera de hacer algo que no debiera (pasarse delante, ladrar, romper algo, etc.).
Cuando el perro era pequeño había que tener cuidado de dónde se metía para que no se hiciera daño y muchas veces eso causaba accidentes (pero en el tanto por ciento más mínimo).
El caso es que ahora es obligatorio, cuando viajas, llevar al animal, ya sea perro o gato, en una maleta (transporting) para poder viajar «de modo legal». Esto implica que, por viajes muy baratos que encontremos, ya nos sale algo más caro si no tenemos la maleta y compramos una de marca (porque suelen valer bastante).
Si a eso le unimos el hecho de que si tu perro o gato está creciendo, es posible que necesites varios tamaños de maleta para poder viajar con él (si lo haces a menudo).
Llevar a tu mascota en esa maleta puede ser beneficioso para evitar pérdidas y problemas mayores pero también puede ser perjudicial para el animal que se ve encerrado durante varias horas en un habitáculo que no es el suyo.
